A las personas les interesa nuestro destino exterior; el interior, sólo a nuestro amigo.
A veces en la vida hay que saber luchar no sólo sin miedo, sino también sin esperanza.
Al amor, como a una cerámica, cuando se rompe, aunque se reconstruya, se le conocen las cicatrices.
Al brillar un relámpago nacemos y aún dura su fulgor cuando morimos; tan corto es el vivir.