Es mejor enjuagar una lágrima de un pobrecillo que obtener cien sonrisas de un ministro.
Guárdame de aquel en quien tengo puesta mi confianza, que de quien desconfío, me guardaré solo.
Hacemos daño al hombre cuando le pedimos hacer lo que está dentro de sus posibilidades o hábitos.
Hay que guardarse bien de un agua silenciosa, de un perro silencioso y de un enemigo silencioso.
Hay una puerta por la que pueden entrar la buena o la mala fortuna, pero tú tienes la llave.