Es necesario tener el apetito del pobre para gozar la fortuna del rico.
Escriba libros sólo si lo que va a decir en ellos usted nunca se lo confiaría a nadie.
Este camino ya nadie lo recorre salvo el crepúsculo.
Este juego pertenece a todos los pueblos y a todas las épocas y nadie puede saber de él qué divinidad lo regaló a la Tierra para matar el tedio, aguzar el espíritu y estimular el alma.
Estimo mucho a las personas que conozco. De aquí que no trate de conocer a nadie.
Estoy solo y no hay nadie en el espejo.
Existen derrotas, pero nadie está a salvo de ellas. Por eso es mejor perder algunos combates en la lucha por nuestros sueños que ser derrotados sin siquiera saber por qué se está luchando.
Grande o chica, pobre o rica, casa mía.
Hasta de los malvados, nadie habla mal en su funeral.
Hasta el día de hoy no he conocido a nadie que no haya gobernado algún Estado. No hablo desde luego de los señores ministros, que gobiernan efectivamente, los unos dos o tres años, los otros seis meses y otros seis semanas; hablo de todos los demás hombres que, a la hora de cenar o en su gabinete, exponen su sistema de gobierno y reforman los ejércitos, la Iglesia, la magistratura y las finanzas.
Hasta la desgracia se cansa de perseguir al pobre.
Hay alguna floración que nadie ve un roble interno en los bosques.
Hay que luchar, Nadie llega a la perfección por mera renuncia.
Hay tantas leyes que nadie está seguro de no ser colgado.
Hollywod es como estar en ningún lugar hablando a nadie sobre nada.
Indudablemente nadie se ocupa de quien no se ocupa de nadie.
Investigar es ver lo que todo el mundo ha visto, y pensar lo que nadie más ha pensado.
La abundancia me hizo pobre
La amistad, como el diluvio universal, es un fenómeno del que todo el mundo habla, pero que nadie ha visto con sus ojos.
La ciencia es el misticismo de los hechos; la verdad es que nadie sabe nada.
La felicidad está más con el pobre que considera que tiene bastante que con el rico, que nunca cree que tiene bastante.
La huida no ha llevado a nadie a ningún sitio.
La juventud, aun cuando nadie la combata, halla en sí misma su propio enemigo.
La ley debe ser como la muerte, que no exceptúa a nadie.
La Ley, en su magnífica ecuanimidad, prohibe, tanto al rico como al pobre, dormir bajo los puentes, mendigar por las calles y robar pan.