Ámate a ti mismo. Es importante mantenerse positivo porque la belleza viene del interior al exterior.
Amigos son los huevos, que están en el mismo nido y nunca se regañan.
Andar por ahí con ego es algo malo. Tener confianza en ti mismo es algo grande.
Antes, por cinco marcos, el mismo Freud te trataba. Por diez, te trataba y te planchaba los pantalones. Por quince marcos, Freud permitía que tú le tratarás a él y eso incluía una invitación a comer.
Aquel que ama, el mismo se ata y se mata, y se hace de señor siervo, en tanto que todos cuantos ve se piensa que le usurpan su amor, y con muy poca superstición todo en su corazón se perturba y se le revuelve de dentro.
Aquel que desee convertirse en maestro del hombre, debe empezar por enseñarse así mismo antes de enseñar a los demás; y debe enseñar primero con el ejemplo antes de que lo haga verbalmente. Pues aquel que se enseña a sí mismo y rectifica sus propios procedimientos, merece más respeto y estimación que el que enseña y corrige a otros, eximiéndose a él mismo.
Aquél que no perdona a otros, destruye el puente sobre el cual él mismo debe pasar; porque todos los hombres necesitamos ser perdonados.
Aquel que tú crees que ha muerto, no ha hecho más que adelantarse en el camino.
Aquel que ya perdió algo que daba por hecho al final aprende que nada le pertenece.
Asesorarse con los técnicos del Fondo Monetario Internacional es lo mismo que ir al almacén con el manual del comprador, escrito por el almacenero.
Aunque hayas hecho una obra de arte realmente espantosa, puede tratarse de un eslabón necesario hacia tu próximo trabajo.
Aunque sólo existiera una verdad única, no se podrían pintar cien cuadros sobre el mismo tema.
Autoevidente: evidente para uno mismo, pero no para los demás.
Bajo un mismo techo durmieron las cortesanas, la luna y el trébol.
Bien hecho es mejor que bien dicho.
Cada lector se encuentra a sí mismo. El trabajo del escritor es simplemente una clase de instrumento óptico que permite al lector discenir sobre algo propio que, sin el libro, quizá nunca hubiese advertido.
Cada ser humano tiene, dentro de sí, algo mucho más importante que él mísmo: su don.
Cada uno de nosotros tiene a todos como mortales menos a sí mismo.
Cada uno es ortodoxo con respecto a sí mismo.
Caía sobre mí mismo y amaba mis fracasos. Sentía el placer de ser otro que escribe un poema sin principio ni fin alerta por si viene la muerte y revienta mi pobre y útil reino del cuerpo.
Casi nadie repara por sí mismo en el mérito de otro.
Combatirse a sí mismo es la guerra más difícil; vencerse a sí mismo es la victoria más bella.
Comienzo la creación en un instante del poema separo tinieblas. Me creo a mí mismo.
Como los budistas, sé que la palabra no es el hecho. Si digo manzana no es la maravilla innombrable que enamora el verano, si digo árbol apenas me acerco a lo que saben las aves, el caballo siempre fue y será lo que es sin saber que así lo nombro.
Como mala persona soy un completo desastre. Hay montones de gente que afirman que no he hecho nada malo en toda mi vida. Por supuesto sólo se atreven a decirlo a mis espaldas.