Cien veces al día burlamos nuestros propios defectos censurándolos en los demás.
Como todos los jóvenes arranqué para ser un genio, pero afortunadamente la risa intervino.
Confesamos nuestros pequeños defectos para persuadirnos de que no tenemos otros mayores.
Copiando a todos los demás todo el tiempo, el mono un día se cortó su propia garganta. .
Cristo murió por nuestros pecados: ¿vamos a quitar sentido a su martirio no cometiéndolos?
Cualquiera que despierto se comportase como lo hiciera en sueños sería tomado por loco.