Cásate y harás bien; no te cases y harás mejor: pero no olvides que lo mejor es enemigo de lo bueno.
Casi siempre que un matrimonio se lleva bien, es porque uno de los esposos manda y el otro obedece.
Con las piedras que con duro intento los críticos te lanzan, bien puedes erigirte un monumento.
Confiá en tu propio instinto. Los errores bien pueden ser tuyos en lugar de los de alguien más.
Cualquiera vale para enemigo, no así para amigo; pocos pueden hacer bien, y casi todos mal.