Nadie puede quedar ajeno a los cambios que el mundo empieza a experimentar a partir de ahora.
Nadie puede ser esclavo de su identidad: cuando surge una posibilidad de cambio, hay que cambiar.
Nadie puede sospechar cuántas idioteces políticas se han evitado gracias a la falta de dinero.
Ningún poder humano puede jamás violentar el sagrario impenetrable de la libertad del corazón.
No hace falta defender siempre la misma opinión porque nadie puede impedir volverse más sabio.
Nunca lleves tus mejores pantalones cuando salgas a luchar por la paz y la libertad.