La felicidad no consiste en desear cosas sino en ser libre.
La felicidad no consiste en vivir bien y tener un excelente nivel de vida, sino en saber vivir. Es frecuente captar esto cuando la vida se acaba.
La felicidad no es algo que se experimenta sino algo que se recuerda.
La felicidad no es cosa fácilmente digerible; es, más bien, muy indigesta.
La felicidad no es posible sin el amor.
La felicidad no es un ideal de la razón, sino de la imaginación.
La felicidad no está en la ciencia, sino en la adquisición de la ciencia.
La felicidad no existe. Lo único que existe es el deseo de ser feliz.
La felicidad no mira de dónde nace, sino adónde puede llegar.
La felicidad no necesita ser transmutada en belleza, pero la desventura sí.
La felicidad nos espera en algún sitio a condición de que no vayamos a buscarla.
La felicidad para mi consiste en gozar de buena salud, en dormir sin miedo y despertarme sin angustia.
La felicidad proviene de la capacidad de sentir profundamente, de disfrutar simplemente, de pensar libremente, de arriesgar la vida, de ser necesitado.
La felicidad que da el dinero está en no tener que preocuparse por él.
La felicidad radica, ante todo, en la salud.
La felicidad recupera en altura lo que le falta en longitud.
La felicidad reúne, pero el dolor une.
La felicidad siempre viaja de incógnito. Sólo después que ha pasado, sabemos de ella.
La felicidad también deja marcas. Pero pocas veces son indelebles.
La felicidad, como el arco iris, no se ve nunca sobre la casa propia, sino sólo sobre la ajena.
La felicidad, como la infelicidad, es una elección proactiva.
La felicidad, en el amor, es un estado anormal, capaz de dar inmediatamente al accidente en apariencia mas sencillo y que siempre puede suceder, una gravedad que nunca podría comportar por si mismo. Lo que nos hace tan felices es la presencia en el corazón de algo inestable, que nos las arreglamos para mantener perpetuamente y de lo que no nos damos cuenta mientras no esta desplazado.
La fuerza de las mujeres depende de que la psicología no puede explicarla. Los hombres pueden ser analizados; las mujeres sólo pueden ser amadas.
La gente busca la felicidad como un borracho busca su casa, sabe que existe pero no la encuentra.
La grandeza de una nación depende, en un sentido real, de lo bien que hablan sus ciudadanos. Las cosas buenas se desarrollan a partir de un pueblo que sabe realmente cómo usar el lenguaje y qué lo usa bien.