La luna, la nieve, y ahora a través de la llovizna, ¡la luz de la mañana!.
La maravilla de un solo copo de nieve supera la sabiduría de un millón de meteorologistas.
La más estricta justicia no creo que sea siempre la mejor política.
La nieve no rompe las ramas del sauce.
La nieve que vimos caer ¿Es otra este año?.
La nieve se derritió En la espalda del gran buda.
La palabra "creencia" es algo difícil para mí. No creo. Tengo que tener una razón para una cierta hipótesis. O bien sé una cosa, y luego, sé que no necesito para creer.
Lo más humano que existe es el saber, no hay cosa más humana, y nosotros ya no sabemos nada. Creo que éste es un hecho fundamental en nuestra vida.
Lo que no sé, tampoco creo saberlo.
Lo que no tenemos lo encontramos en un amigo. Creo en este obsequio y lo cultivo desde la infancia. No soy en ello diferente a la mayor parte de los seres humanos. La amistades la gran liga inicial entre el hogar y el mundo. El hogar, feliz o infeliz, es el aula de nuestra sabiduría original pero la amistad es su prueba.
Los claros del cielo y la luna y la nieve son un color.
Me gusta estar con vos, me está gustando es más, creo que sin vos se angosta el espacio y falta aire en rincones íntimos.
Mi único credo. La montaña del tesoro, las flores de seis pétalos de la nieve.
Ningún dios ha sido más adelantado que la época que lo creó.
No creo en dios y no me hace ninguna falta. Por lo menos estoy a salvo de ser intolerante. Los ateos somos las personas más tolerantes del mundo. Un creyente fácilmente pasa a la intolerancia. En ningún momento de la historia, en ningún lugar del planeta, las religiones han servido para que los seres humanos se acerquen unos a los otros. Por el contrario, sólo han servido para separar, para quemar, para torturar. No creo en dios, no lo necesito y además soy buena persona.
No creo en la casualidad ni en la necesidad; mi voluntad es el destino.
No creo en la llamada de la sangre. La sangre no hace hermanos ni hijos. Conozco hermanos de sangre y padres e hijos que no se hablan o no se respetan.
No creo en la muerte, porque uno no está presente para saber que en efecto ha ocurrido.
No creo en los Beatles; no creo en Elvis; no creo en mantra; no creo en Zimmermann; no creo en la biblia; no creo en Jesús: sólo creo en mi, en Yoko y en mí
No creo en tomar la decisión correcta, tomo una decisión y la hago correcta.
No creo en una vida más allá, pero, por si acaso, me he cambiado de ropa interior.
No creo que al poeta, como tal, se le pueda exigir ninguna clase de compromiso, si no es el de su autenticidad.
No creo que Dios quiera exactamente que seamos felices, quiere que seamos capaces de amar y de ser amados, quiere que maduremos, y yo sugiero que precisamente porque Dios nos ama nos concedió el don de sufrir; o por decirlo de otro modo: el dolor es el megáfono que Dios utiliza para despertar a un mundo de sordos; porque somos como bloques de piedra, a partir de los cuales el escultor poco a poco va formando la figura de un hombre, los golpes de su cincel que tanto daño nos hacen también nos hacen más perfectos.
No creo que esté aquí de más. Aquí hace falta una mujer, y esa mujer soy yo.
No creo que exista noción de Dios, no creo que exista nada sobrenatural. Decir que alguien es ateo es de por sí religioso, y yo no creo que nadie sepa a qué se lo está contraponiendo. No es que yo no crea en Dios, es que no sé qué es Dios, y el que cree tampoco lo sabe.