En la punta de la nariz del Buda del páramo cuelga un hilo de hielo.
Kobayashi Issa
Pulgas. Para ustedes también la noche es soledad y larga.
Kobayashi Issa
Un poco fastidiosas, las flores para abrirse. ¡El buda dormido!.
Kobayashi Issa
Puesta del sol. La rana también llora.
Kobayashi Issa
Abriendo los picos, los pajaritos esperan a su madre. LLuvia de otoño.
Kobayashi Issa
No pises este lugar: ¡Ayer tarde había por aquí luciérnagas!.
Kobayashi Issa
Cansadamente sueña el viejo pino todavía no es Buda.
Kobayashi Issa
¿Sentirán nostalgia los días de neblina las ninfas del cielo?.
Kobayashi Issa
Tampoco yo he encontrado un hogar. Tarde de otoño.
Kobayashi Issa
El niño que imita al cormorán es aún más maravilloso.
Kobayashi Issa
Abriéndose paso entre la multitud, una amapola en su mano.
Kobayashi Issa
En la flor de loto cambia el rocío del mundo.
Kobayashi Issa
Habiendo cambiado de ropa me siento pero muy solo.
Kobayashi Issa
Lozanía de atardecer. El sabe que la campana redobla el sonido de la vida.
Kobayashi Issa
Noche tras noche mi sopa de legumbres acompaña la nieve.
Kobayashi Issa
Que nada me pertenezca. Sólo la paz del corazón y el frescor del aire.
Kobayashi Issa
Cuando envejecemos la larga presencia del día es también motivo de llanto.
Kobayashi Issa
Las aves cantan, ¡Mirad! Al mismo ritmo las nubes pasan.
Kobayashi Issa
No quiero continuar en este mísero mundo. Y se descuelga la gota de rocío.
Kobayashi Issa
Mariposa que revoloteas. Como tú siento que soy una criatura de polvo.
Kobayashi Issa
A la sombra de las flores del cerezo. No son nás extranjeros.
Kobayashi Issa
Un punto en el día la alondra canta al fondo de la lluvia.
Kobayashi Issa
Lluvia de pétalos. Agua de neblinas lejanas quisiera beber.
Kobayashi Issa
Desnudo, sobre un caballo desnudo bajo la lluvia torrencial.
Kobayashi Issa
Huye el rocío. En este mundo sucio no hago yo nada.
Kobayashi Issa