El pesar oculto, como un horno cerrado, quema el corazón hasta reducirlo en cenizas.
El peso del ladrillo lo hace bailar como un hada por encima y quejarse por abajo.
El poeta debe caer como un halcón sobre su presa y dejarla en los huesos.
El pueblo se inquieta al ver llorar, como si un sollozo fuera más grave que una hemorragia.
El que es elegido príncipe con el favor popular debe conservar al pueblo como amigo.