Cuando Dios te da un don, también te da un látigo, y el látigo es únicamente para autoflagelarse.
Las tristezas no se quedan para siempre cuando caminamos en dirección a lo que siempre deseamos.
...Para mí, era el pan, era la nieve; ya la nieve no es blanca, el pan no sabe a nada.
A fin de cuentas las opiniones no son más importantes que las personas como para separarlas.
A menudo me he tenido que comer mis palabras y he descubierto que eran una dieta equilibrada.