Debemos amar a nuestro país aunque nos trate injustamente.
Debemos amar la oración. La oración dilata el corazón hasta el punto de hacerlo capaz de contener el don que dios nos hace de sí mismo.
Debemos arrojar a los oceanos del tiempo una botella de náufragos siderales, para que el universo sepa de nosotros lo que no han de contar las cucarachas que nos sobrevivirán: que aqui existió un mundo donde prevalació el sufrimiento y la injusticia, pero donde conocimos el amor y donde fuimos capaces de imaginar la felicidad.
Debemos buscar a alguien con quien comer y beber antes de buscar algo que comer y beber, pues comer solo es llevar la vida de un león o un lobo.
Debemos buscar para nuestros males otra causa que no sea Dios.
Debemos considerar quiénes somos, y no la reputación en que estamos.
Debemos de ser parientes de todos los seres y de todas las cosas.
Debemos desconfiar unos de otros. Es nuestra única defensa contra la traición.
Debemos escuchar al niño que fuimos un día y que existe dentro de nosotros. Ese niño entiende de instantes mágicos.
Debemos hacer más para librar a nuestro mundo de las malévolas armas cuyos objetivo principal son los inocentes de cualquier conflicto, las mujeres y los niños.
Debemos inquietarnos por curar las simientes, por vendar corazones y escribir el poema que a todos nos contagie.
Debemos ir más allá del constante clamor del ego, más allá de las herramientas lógicas de la razón, al lugar tranquilo dentro de nosotros; al reino del alma.
Debemos luchar contra el espíritu inconsciente de crueldad con que tratamos a los animales. Los animales sufren tanto como nosotros. La verdadera humanidad no nos permite imponer tal sufrimiento en ellos. Es nuestro deber hacer que el mundo entero lo reconozca. Hasta que extendamos nuestro círculo de compasión a todos los seres vivos, la humanidad no hallará la paz.
Debemos obrar como hombres de pensamiento; debemos pensar como hombres de acción.
Debemos obrar, no para ir contra el destino, sino para ir delante de él.
Debemos ordenar el caos. Y no tengo duda de que el mejor y más veloz método es implantar la ley del pueblo en vez de la de la turba.
Debemos ser honestos con respecto a lo que queremos en lugar de mentirnos a nosotros mismos para quedarnos en nuestra zona de confort. Sí puedes.
Debemos vivir y trabajar, en cada momento, como si tuviésemos la eternidad ante nosotros.
Deben buscarse los amigos como los buenos libros. No está la felicidad en que sean muchos ni muy curiosos; sino pocos, buenos y bien conocidos.
Decídete a creer que es fácil cambiar un pensamiento o una pauta.
Deje de creer en Santa Claus cuando tenía seis años. Mi madre me llevó a verle a unos grandes almacenes y me pidió mi autógrafo.
Después de saber cuándo debemos aprovechar una oportunidad, lo más importante es saber cuándo debemos renunciar a una ventaja.
Educación es lo que la mayoría recibe, muchos transmiten y pocos tienen.
El aconsejar es un oficio tan común que lo usan muchos y lo saben hacer muy pocos.
El ajedrez es un expediente tonto que hace creer a la gente inactiva que hacen una cosa muy astuta cuando solamente están perdiendo su tiempo.