Se marchó bajo la lluvia. Sin decir palabra. Sin mirarme. Y me cubrí la cara con las manos. Y lloré.
Y si por algo es triste la lluvia que no llueve será porque es la lluvia condenada a ser nieve.
Alegra ver caer las gotas de lluvia. Pero ellas se destrozan contra el suelo.
Cuando llueve comparto mi paraguas, si no tengo paraguas, comparto la lluvia.
Dios tiene dos tronos. Uno en lo más alto de los cielos y otro en el más humilde de los corazones.