Todo casamiento es un encuentro dramático entre la naturaleza y la cultura, entre la alianza y el parentesco.
Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado; está fundado en nuestros pensamientos y está hecho de nuestros pensamientos.
Todo lo que vemos desfilar ante nuestros ojos, todo lo que imaginamos, no es sino un sueño dentro de otro sueño.
Todos duermen no queda nada entre la luna y yo.
Todos nuestros enemigos son mortales.
Trabajemos por y para la patria, que es trabajar para nuestros hijos y para nosotros mismos.
Tremendo contraste entre el crepitar del fuego en su comienzo y la paz de la ceniza.
Tu piel entre las sábanas posee los hechizos del mito y el tamaño de las islas deseadas en años de inocencia.
Un buen crítico es aquel que narra las aventuras de su propia alma entre las obras maestras.
Un cuco llama y entre los densos bambúes veo la luna.
Un hombre no es sólo lo que está comprendido entre pies y cabeza.
Un libro es una cosa entre las cosas, un volumen perdido entre los volúmenes que pueblan el indiferente universo; hasta que da con su lector, con el hombre destinado a sus símbolos.
Un paisano entre dos abogados es como un pescado entre dos gatos.
Una asociación verdadera entre los gobiernos, el sector privado y la comunidad internacional alberga una gran promesa.
Una guerra entre europeos es una guerra civil.
Una tormenta que dura toda una semana. Una oscuridad constante: sólo podemos leer entre relámpagos. Hemos de recordar e ir uniendo lo que leímos a relámpagos.
Una tragedia puede llegar a ser el mayor de nuestros bienes si nos la tomamos de una manera que nos permita crecer.
Una vida entre los libros posee una calma y una paz muy grandes. Si bien es cierto que nos sentimos abrumados por un hambre terrible de algo menos tenue, nos ahorramos el remordimiento y el horror y la tortura y el enloquecedor veneno del arrepentimiento.
Vale la pena conocer al enemigo... entre otras cosas por la posibilidad de que algún día se convierta en un amigo.
Vale más caer entre las garras de los buitres que en las manos de los aduladores, porque aquéllos sólo causan daño a los difuntos, y estos devoran a los vivos.
Ver lo que está delante de nuestros ojos requiere un esfuerzo constante.
Viniste al fin, y por eso dejé ir a las libélulas que conservaba cautivas entre mis cinco dedos este atardecer de otoño.
Vivimos de nuestros deseos más que de nuestras obras.
Vivimos sólo de nuestros pobres, bellos, y magníficos sentimientos, y cada sentimiento que lastimamos es una estrella que apagamos.
Volveré a mi tierra. Volveré. Pondré mi frente entre sus manos. El calor del surco entrará en mis ojos hasta el alma. No rehusaré su calle ni su puerta. No rogaré que me ame, porque su corazón me ha esperado por años y nieblas. Siempreviva.