Los grandes perseguidores se reclutan entre los mártires a quienes no les han cortado la cabeza.
Más veces descubrimos nuestra sabiduría con nuestros disparates que con nuestra ilustración.
Mi misión es matar el tiempo y la de éste matarme a su vez. Se está bien entre asesinos.
Nada hay como un suspiro intercalado y entre suspiro y suspiro la melodía ininterrumpida.