Más vale morir con honra que vivir deshonrado.
Más vale morir en paz que vivir en guerra.
Me anuncian la muerte de uno cuya presencia no me entusiasmaba y pienso: yo no pedía tanto.
Me desconcierta tanto pensar que Dios existe, como que no existe.
Me duele tanto el silencio por lo mucho que perdí. Que no se quede callado el que quiera ser feliz...
Me gusta vivir despacio, saboreando la vida.
Me gustaría vivir eternamente, por lo menos para ver cómo en cien años las personas cometen los mismos errores que yo.
Me hierve la sangre, al observar tanto obstáculo, tantas dificultades que se vencerían rápidamente si hubiera un poco de interés por la patria.
Me niego a vivir en el mundo ordinario como una mujer ordinaria. A establecer relaciones ordinarias. Necesito el éxtasis. Soy una neurótica, en el sentido de que vivo en mi mundo. No me adaptaré de mi mundo. Me adapto a mí misma.
Me pregunto a veces si los hombres y las mujeres realmente se satisfacen. Quizás deban vivir separados y visitarce.
Mejor comer pan de mendigo con quienes amamos vivir, que llevar la culpa consigo y probar su sangre en rico festín.
Mejor morir de una vez que vivir siempre temiendo por la vida.
Mi música lucha contra el sistema que enseña a vivir y morir.
Mi sueño es el de Picasso: Tener mucho dinero para vivir tranquilo como los pobres.
Mientras pensaba que estaba aprendiendo a vivir, he aprendido cómo morir.
Morir es fácil, no tienes que hacer nada. Vivir es lo difícil.
Nacemos para vivir, por eso el capital más importante que tenemos es el tiempo, es tan corto nuestro paso por este planeta que es una pésima idea no gozar cada paso y cada instante, con el favor de una mente que no tiene limites y un corazón que puede amar mucho más de lo que suponemos.
Nacer vacío, posibilita todo. Vivir vacío, nada.
Nada agravia tanto a los hombres como ir contra sus ceremonias y costumbres.
Nada envalentona tanto al pecador como el perdón.
Nada fortifica tanto las almas como el silencio; que es como una oración íntima en que ofrecemos a Dios nuestras tristezas.
Nada levanta tanto al hombre por encima de las mezquindades de la vida como admirar, sea lo que sea o a quienquiera que sea.
Nada limita tanto el logro como el pensamiento pequeño; nada amplía tanto las posibilidades como una gran imaginación.
Nada necesita tanto una reforma como las costumbres ajenas.
Nada nos engaña tanto como nuestro propio juicio.