La muerte es una amarga pirueta de la que no guardan recuerdo los muertos, sino los vivos.
Los lugares donde no se ha amado ni se ha sufrido, no dejan en nosotros ningún recuerdo.
Nadie desaparece del todo de la vida de uno, si ha sabido imprimir buenas huellas en el recuerdo.
Todo viejo amor es un recuerdo agradable mientras no interviene la persona que lo inspiró.