Para que el amor sea verdadero, nos debe costar. Nos debe doler. Nos debe vaciar de nosotros mismos.
Porque el amor y la muerte son las alas de mi vida, que es como un ángel expulsado perpetuamente.
Porque nada he deseado aparte de tu amor nunca perdí mi tierra que me invento contigo.
Que amante y loca una noche yo la pudiera abrazar y mañana sea de piedra imposible de ablandar.
Qué desespero trae el amor, yo que no sabía lo que era el amor, ahora lo sé porque no soy feliz.
Qué sabe del amor quien no ha tenido que despreciar precisamente lo que más amaba.