Si quitáis de los corazones el amor a lo bello, quitaréis todo el encanto de vivir.
Si yo no hubiera sido, el alma mía repartida pondría en cada cosa una chispa de amor...
Siempre vives, alma mía, en mis recuerdos de amor, como el perfume en la flor.
Siempre, amor... (¡Y estas dos palabras naúfragas, entre alma y piel clavadas contra el viento!).
Sin duda es mejor un amor prudente; pero es preferible amar locamente a carecer de todo amor.