Ningún poder humano puede jamás violentar el sagrario impenetrable de la libertad del corazón.
No es filósofo quien teniendo una filosofía en la cabeza no la tiene además en el corazón.
No es la carne y la sangre, sino el corazón, lo que nos hace padres e hijos.
No quiero pensar porque no quiero que el dolor del corazón se una al dolor del pensamiento.