Nadie a la libertad tiene derecho, cuando no hace hábito y gala de respetar la libertad ajena.
Un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.
Cuando Dios te da un don, también te da un látigo, y el látigo es únicamente para autoflagelarse.
Las tristezas no se quedan para siempre cuando caminamos en dirección a lo que siempre deseamos.
Nunca lleves tus mejores pantalones cuando salgas a luchar por la paz y la libertad.
A perdonar sólo se aprende en la vida cuando a nuestra vez hemos necesitado que nos perdonen mucho.