Los objetos de nuestro deseo pueden ser dolorosos. La gente adora detestar a quienes ama.
Los santos esculpidos han ejercido en el mundo mucha mayor influencia que los vivos.
Me gusta tocar un libro, respirarlo, sentirlo, llevarlo... ¡es algo que una computadora no ofrece!.
Me gusta y me fascina el trabajo. Podría estar sentado horas y horas mirando a otros cómo trabajan.
Nada torna a la gente más desnaturalizada e insubordinada que una larga y constante ociosidad.