El idioma del corazón es universal: sólo se necesita sensibilidad para entenderle y hablarle.
El pesar oculto, como un horno cerrado, quema el corazón hasta reducirlo en cenizas.
Es imposible hacer una buena película sin una cámara que sea como un ojo en el corazón de un poeta.
Esos pliegues de tu vestido, esas líneas de tus caderas, esos latidos del corazón...