Siempre he mantenido que existe un fenómeno importante en la sociedad moderna: la enorme prosperidad de bobos.
Siempre he pensado que nada es mejor que viajar a caballo, pues el camino se compone de infinitas llegadas. Se llega a un cruce, a una flor, a un árbol, a la sombra de la nube sobre la arena del camino; se llega al arroyo, al tope de la sierra, a la piedra extraña. Pareciera que el camino va inventando sorpresas para goce del alma del viajero.
Siempre he podido trabajar con cualquiera que no deseara éxito.
Siempre he sentido que hay algo en Buenos Aires que me gusta. Me gusta tanto que no me gusta que le guste a otras personas. Es un amor así, celoso.
Siempre imaginé el paraíso como una especie de biblioteca.
Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca.
Siempre los ricos que dan en liberales hallan quien canonice sus desafueros y califique por buenos sus malos gustos.
Siempre me gusta ver el lado optimista de la vida, pero soy lo suficientemente realista como para saber que la vida es un asunto complejo.
Siempre me ha parecido hacer mejor en aprender a alegrarme más.
Siempre me ha parecido que a un ser humano sólo le puede salvar otro ser humano.
Siempre me ha parecido sospechoso que los creyentes contemplen la duda como un defecto del carácter, y que los escépticos vean la fe siempre como un síntoma de pobreza intelectual.
Siempre me he inclinado a pensar bien de todo el mundo; evita muchos problemas.
Siempre pensé que las edades son todas crueles, y que se compensan o tendrían que compensarse las unas con las otras.
Siempre prefiero pensar lo mejor de todo el mundo, ahorra muchos problemas.
Siempre que enseñes, enseña a la vez a dudar de lo que enseñas.
Siempre que enseñes, enseña a la vez a dudar de lo que enseñes.
Siempre que haya bobos habrá engañabobos.
Siempre que odio y amor compiten, es el amor el que vence.
Siempre que te pregunten si puedes hacer un trabajo, contesta que sí y ponte enseguida a aprender como se hace.
Siempre que un hombre cree que ha recibido la verdad exacta de dios, no hay en él un espíritu de transigencia. Le falta la modestia que nace de las imperfecciones de la naturaleza humana; tiene la arrogancia de la certidumbre teológica y la tiranía que nace de la certeza inherente a la ignorancia.
siempre recordaré tu desnudez entre mis manos, tu olor a disfrutada madera de sándalo clavada junto al sol de la mañana; tu risa de muchacha, o de arroyo, o de pájaro; tus manos largas y amantes.
Siempre recuerda a aquellas personas que te ayudaron en el camino.
Siempre sabemos mucho más de lo que pensamos, si no, no podríamos ser escritores.
Siempre se debe preferir la acción a la crítica.
Siempre se ha creído que existe algo que se llama destino, pero siempre se ha creído también que hay otra cosa que se llama albedrío. Lo que califica al hombre es el equilibrio de esa contradicción.