Ten una voz, mujer, que sea cordial como mi verso y clara como una estrella.
Tenemos bastante religión como para odiarnos, pero no suficiente como para amarnos.
Tener dinero es como ser rubia: es más divertido, pero no de vital importancia.
Tengo que admirar profundamente a alguien para valorarlo como amigos.
Tengo que conocer a la otra persona y a mí mismo objetivamente, para poder ver su realidad, o, más bien, para dejar de lado las ilusiones, mi imagen irracionalmente deformada de ella.
Tienes que saber como aceptar el rechazo y como rechazar la aceptación.
Tierno como un suspiro, atento como un escultor, apasionado como el fuego, tu amor, mi amor.
Toda filosofía guarda algo de los sofismas frente a los cuales se erige como verdad.
Toda la gente cruel se describe a sí misma como el parangón de la franqueza.
Toda la naturaleza es como un arte desconocido del hombre.
Todas las cosas fingidas caen como flores marchitas, porque ninguna simulación puede durar largo tiempo.
Todas las cosas ya fueron dichas, pero como nadie escucha es preciso comenzar de nuevo.
Todo amor, como experiencia, es absolutamente original.
Todo depende de cómo vemos las cosas y no de como son en realidad,
Todo el mundo cuenta como ganó sus primeras cien pesetas; nadie cuenta como ganó su último millón.
Todo es como los ríos, obra de las pendientes.
Todo es un tablero de ajedrez de noches y días, donde el destino, con hombres como piezas, juega: Acá y acullá mueve, y da jaque mate y mata, y uno por uno, vuelve a ponerlos en la caja.
Todo está dicho, pero como nadie escucha...
Todo hombre es como la Luna: con una cara oscura que a nadie enseña.
Todo lo que se desarrolla comienza por ser pequeño. Es al alimentarse gradualmente como, con constantes progresos, llega a hacerse grande.
Todo lo que una mujer quiere de verdad - un perro, un hombre, Dios, cualquier cosa - lo quiere como a un hijo.
Trabajamos siempre para dar forma a nuestra vida, pero copiando sin querer, como un dibujo, los rasgos de la persona que somos y no los de aquélla que nos agradaría ser.
Trabajar con amor es construir una casa con cariño, como si vuestro ser amado fuera a habitar en esa casa.
Trabajar en filosofía -como trabajar en arquitectura, en muchos sentidos- es en realidad un trabajo sobre uno mismo. Sobre la propia interpretación. Sobre el propio modo de ver las cosas -y lo que uno espera de ellas-.
Trabajemos como si nunca tuviéramos que morir, y vivamos como si tuviésemos que desaparecer a cada instante.