Siempre sentí que un científico debe al mundo sólo una cosa, que es la verdad como él la ve.
Siempre vives, alma mía, en mis recuerdos de amor, como el perfume en la flor.
Siempre y nunca, es tan largo el uno como el otro.
Siendo la vida como es, uno sueña con vengarse.
Siente como vibra locamente en nosotros un viento feroz retorciendo la fibra.
Sin aire, la tierra muere. Sin libertad, como sin aire propio y esencial, nada vive.
Sin amor, estaríamos como niños perdidos en la inmensidad del cosmos.
Sin duda, no hay cacería como la caza de hombres y aquellos que han cazado hombres armados durante el suficiente tiempo y les ha gustado, en realidad nunca se interesarán por nada más.
Sin pasión, el hombre sólo es una fuerza latente que espera una posibilidad, como el pedernal el choque del hierro, para lanzar chispas de luz.
Sin renunciar de este mundo, quisiera enseñar a mi corazón, que fluya noche y día, como el agua clara.
Sírvete de lo aparente como indicio de lo inaparente.
Sola yo, amor, y vos quién sabe dónde; tu recuerdo me mece como al maíz el viento y te traigo en el tiempo, recorro los caminos, me río a carcajadas y somos los dos juntos otra vez, junto al agua.
Solía Diógenes algunas veces irse a las estatuas y demandarles alguna cosa. Y como se maravillasen de esto los que lo veían, dijo: Hago esto para acostumbrarme a no moverme ni perturbarme si alguna vez demandare algo a los hombres y no lo alcanzare.
Solo en la ruta de mi destino sin el amparo de tu mirar, soy como un ave que en el camino rompió las cuerdas de su cantar.
Sólo los artistas y los niños ven la vida tal como es.
Sólo quieres lo que no puedas tener y las cosas que en realidad te importan un comino son las que se te presentan en bandeja.
Sólo si me siento valioso por ser como soy, puedo aceptarme, puedo ser auténtico, puedo ser verdadero.
Somos tan pequeños como nuestra dicha, pero somos tan grandes como nuestro dolor.
Soy como ustedes un juguete en la enorme mano.
Soy lo suficientemente feo y lo suficientemente bajo como para triunfar por mí mismo.
Su falda semejante a viento azul que llega como una promesa concedida.
Su franco era el mío. Su voz era como abrazarla.
Su poesía es seca, así como una momia, por eso ha resistido tantos siglos.
Suaves como palomas, los pensamientos vuelen de vuelta a casa.
Sube la línea de mi vida con trazo igual a tus volcanes y luego baja como línea de corazón hasta mis dedos.