Nadie acepta ser viejo porque nadie sabe serlo, como un árbol o como una piedra preciosa.
Nadie es como otro. Ni mejor ni peor. Es otro. Y si dos están de acuerdo es por un malentendido.
Nadie tan aficionado a secretos como aquel que no hace intención de guardarlos.
Ningún gran artista ve las cosas como son en realidad. Si lo hiciera, dejaría de ser artista.
Ningún objeto se halla tan ligado a su nombre como para no aceptar otro que le convenga mejor.