Los mayores progresos de la civilización se experimentan inicialmente como sus peores amenazas.
Los modales corteses hacen que el hombre aparezca exteriormente tal como debería ser en su interior.
Los niños iluminan el hogar. ¡Cómo no iluminarlo, si dejan las luces prendidas en todos lados!.
Los niños son como Dios, llenos de ternura, paz y con el lenguaje universal del Amor.
Los placeres son como los alimentos: los más simples son aquellos que menos cansan.
Los que se quejan de la forma como rebota la pelota, son aquellos que no la saben golpear.
Madrid, deshabitado como mi colchón el verano en que me hice mayor, y ella que ya no llama.