No hay cristales de más aumento que los propios ojos del hombre cuando miran su propia persona.
No hay montaña sin niebla, de la misma forma que no hay hombre de mérito sin calumnias.
No hay nada hecho por la mano del hombre que tarde o temprano el tiempo no destruya.
No hay que elegir por esposa sino a la mujer que uno elegiría por amigo si fuera hombre.