Los tiranos se rodean de hombres malos porque les gusta ser adulados y ningún hombre de espíritu elevado les adulará.
Me avergüenzo de esos filósofos que no quieren desterrar ningún vicio si no está castigado por el juez.
Me glorío de no haber engañado jamás a ningún hombre y de haber procedido constantemente por el sendero de la razón y de la justicia, a pesar de haber conocido la ingratitud.
Mi religión es muy simple. Mi religión es la amabilidad.
Movimiento es el paso de la potencia al acto.
Ni la vida, ni la libertad, ni la propiedad de ningún hombre está a salvo cuando el legislativo está reunido.
Ningún amigo como un hermano; ningún enemigo como un hermano.
Ningún amor es más verdadero que aquel que muere sin haber sido revelado.
Ningún bribon es tan estupido que no halle motivos para sus bajezas.
Ningún camino de flores conduce a la gloria.
Ningún conocimiento humano puede ir más allá de su experiencia.
Ningún crítico es más capaz que yo de percibir claramente la desproporción que existe entre los problemas y la solución que les aporto.
Ningún descubrimiento se haría ya si nos contentásemos con lo que sabemos.
Ningún día es demasiado largo para el que trabaja.
Ningún dios ha sido más adelantado que la época que lo creó.
Ningún ejército puede detener la fuerza de una idea cuando llega a tiempo.
Ningún error es peor que aquel que aún no cometimos.
Ningún escritor joven desea tanto la crítica constructiva como la alabanza.
Ningún favor produce una gratitud menos permanente que el don de la libertad, especialmente entre aquellos pueblos que están dispuestos a hacer mal uso de ella.
Ningún fizgón escucha jamás nada bueno de sí mismo.
Ningún general asedia al adversario con tanta maestría, como esta flor amarilla. Todos los años toma febrero por asalto, instaura la floración total de la primavera y se retira sin ruido por las rutas de marzo.
Ningún genio fue jamás empañado por el aliento de los críticos.
Ningún gobierno puede mantenerse sólido mucho tiempo sin una oposición temible.
Ningún gobierno puede sostenerse sin el principio del temor así como del deber. Los hombres buenos obedecerán a este último, pero los malos solamente al primero.
Ningún gran artista ve las cosas como son en realidad. Si lo hiciera, dejaría de ser artista.