...Para mí, era el pan, era la nieve; ya la nieve no es blanca, el pan no sabe a nada.
A la gloria de los más famosos se adscribe siempre algo de la miopía de los admiradores.
A ti ya no te queda nada, y a mí me queda por lo menos, éste síndrome incurable de quererte tanto
Acepto todo lo que hubo. Nunca busqué mejor suerte. ¡Acaso hay algo mejor que haber amado!.
Al principio de las catástrofes, y cuando han terminado, se hace siempre algo de retórica.