Empieza transformando todo lo que haces en algo bello para dios.
En el punto donde se detiene la ciencia, empieza la imaginación.
Es grande ver a un hombre crecerse ante el fracaso y que empieza de nuevo.
Es la vida un dolor en que se empieza el de la muerte, que dura mientras dura ella.
La amistad termina donde la desconfianza empieza.
La belleza, la belleza de verdad, termina donde empieza la expresión intelectual. El intelecto es en sí mismo una forma de exageración y destruye la armonía de cualquier rostro. En el momento en que te sientas a pensar, te vuelves todo nariz, todo frente, o cualquier otra cosa horrible. Mira a los triunfadores de cualquier profesión docta. ¡Qué horrorosos son! Excepto los eclesiásticos, aunque bien es cierto que en la Iglesia no se piensa: un obispo sigue diciendo a las ochenta años lo que le enseñaron a decir a los dieciocho y, en consecuencia, su aspecto es siempre encantador.
La caridad bien entendida empieza por uno mismo, y generalmente acaba ahí.
La caridad bien entendida empieza por uno mismo.
La caridad comienza por nosotros mismos, y la mayoría de las veces acaba donde empieza.
La educación empieza con la vida, y no acaba sino con la muerte.
La fuerza y la mente son opuestas. La moralidad termina donde empieza la pistola.
La música empieza donde se acaba el lenguaje.
La música se empieza a atrofiar cuando se aleja demasiado del baile. La poesía se comienza a atrofiar cuando se aleja demasiado de la música.
La vejez empieza cuando los recuerdos pesan más que las esperanzas.
La vejez existe cuando se empieza a decir: nunca me he sentido tan joven.
La verdad empieza por un conflicto con la policía, y termina cuando los llamamos para que intervengan.
La vida es tan corta y el oficio de vivir tan difícil, que cuando uno empieza a aprenderlo, ya hay que morirse.
Lástima que cuando uno empieza a aprender el oficio de vivir ya hay que morir.
Lo malo de una mujer con el corazón roto es que empieza a repartir los pedazos.
Lo que empieza en cólera acaba en vergüenza.
Lo que no se empieza no se acaba.
Mi libertad se termina donde empieza la de los demás.
Nada tarda tanto como aquello que no se empieza.
Nadie pone más en evidencia su torpeza y mala crianza, que el que empieza a hablar antes de que su interlocutor haya concluido.
Nadie puede quedar ajeno a los cambios que el mundo empieza a experimentar a partir de ahora.