Se marchó bajo la lluvia. Sin decir palabra. Sin mirarme. Y me cubrí la cara con las manos. Y lloré.
Y si por algo es triste la lluvia que no llueve será porque es la lluvia condenada a ser nieve.
Alegra ver caer las gotas de lluvia. Pero ellas se destrozan contra el suelo.
Cuando llueve comparto mi paraguas, si no tengo paraguas, comparto la lluvia.
Cuando uno empieza a sentirse autosuficiente, comienza a sembrar su decadencia.