Entre bueyes, no hay cornadas.
Entre camellos nadie se burla de las jorobas.
Entre col y col, lechuga.
Entre dos amantes, la prueba de que uno ama demasiado dispensa para siempre, a quien la recibe, de amar lo suficiente.
Entre dos explicaciones, elige la más clara; entre dos formas, la más elemental; entre dos expresiones, la más breve.
Entre dos hombres iguales en fuerza, el más fuerte es el que tiene la razón.
Entre dos males no elijas ninguno.
Entre dos soluciones, opta siempre por la más generosa.
Entre el mar -a donde nunca fui- y el viento que corre desnudo en las montañas, emplumado de palabras invento mi camino.
Entre el optimista y el pesimista la diferencia es graciosa; el optimista ve la rosquilla, el pesimista el hoyo.
Entre el ruido de las armas las leyes no se pueden escuchar.
Entre hermano y hermano, no metas la mano.
Entre hermanos, si la prueba se gana o se pierde, da lo mismo.
Entre hombre y hombre no hay gran diferencia. La superioridad consiste en aprovechar las lecciones de la experiencia.
Entre la espada y la pared, me lanzo hacia la espada.
Entre la fe y la incredulidad, un soplo. Entre la certeza y la duda, un soplo. Entre la certeza y la duda, un soplo. Alégrate en este soplo presente donde vives, pues la vida misma está en el soplo que pasa.
Entre la poesia y la prosa hay una barrera clara, dificil de expresar en palabras porque consiste ella misma en palabras. Como puede expresarse la luz con luz? pero la poesia esta ahi, la prosa aca. Eso es un hecho.
Entre la vida y yo hay un cristal tenue. Por más claramente que vea y comprenda la vida, no puedo tocarla.
Entre las combas y las sombras de tu hermosura no me pierdo, y tu nombre claro proyecta luz muy personal sobre tu cuerpo, que está en mi amor y fuera de su mágico radio secreto.
Entre las flores del ciruelo el hototogisu limpia sus patas.
Entre las gentes, hay mil gustos diferentes.
Entre las piedras y el fuego, frente a la tempestad o en medio de la sequía, por sobre las banderas del odio necesario y el hermosísimo empuje de la cólera, la flor de mi poesía busca siempre el aire, el humus, la savia, el sol, de la ternura.
Entre los carriles de las vías del tren, crecen flores suicidas.
Entre los límites temporales de los nueve y catorce años surgen doncellas que revelan a ciertos viajeros embrujados, dos o más veces mayores que ellas, su verdadera naturaleza, no humana sino de ninfas o sea demoníaca; propongo llamar nínfulas a estas cri
Entre los que son igualmente malos no hay paz si no es la impuesta por el miedo de alguno, que es peor.