La vida no se ha hecho para comprenderla, sino para vivirla.
La vieja mano sigue trazando versos para el olvido.
Las dictaduras podrían ser buenas, pero no lo son. Porque la dictadura ilustrada es una utopía. Y las militares son las peores.
Las tiranías fomentan la estupidez.
Lejos un trino. El ruiseñor no sabe que te consuela.
Lo que más admiro en los demás es la ironía, la capacidad de verse de lejos y no tomarse en serio. Después, el valor y la humildad, siempre que no sea ostentosa.
Lo que más admiro en los demás es la ironía, la capacidad de verse desde lejos y no tomarse en serio.
Los amigos son esa parte de la raza humana con la que uno puede ser humano.
Los grandes hombres no son grandes a todas horas ni en todas las cosas.
Los que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo.
Me duele una mujer en todo el cuerpo.
Me gustaría ser valiente. Mi dentista asegura que no lo soy.
Mi casa se puebla de arlequines cuando hay ruido de besos en el aire.
Mira a la derecha y a la izquierda del tiempo y que tu corazón aprenda a estar tranquilo.
Muere un amor en mitad de la esperanza y un silencio sepulta su cadáver de pájaro
Muertas las ideologías, el mundo quedó en manos de gente práctica que anula cerebros bajo montañas de nada.
Nada está construido en la piedra. Todo está construido en la arena. Pero debemos construirlo como si la arena fuese piedra.
Nadie es patria, todos lo somos.
Nadie y todos somos la patria.
Ni la intimidad de tu frente clara como una fiesta ni la costumbre de tu cuerpo, aún misterioso y tácito y de niña, ni la sucesión de tu vida asumiendo palabras o silencios serán favor tan misterioso como mirar tu sueño implicado en la vigilia de mis brazos.
Ninguna situación es tan grave que no sea susceptible de empeorar.
No eres ambicioso: te contentas con ser feliz.
No hables al menos que puedas mejorar el silencio.
No hay que morir por el otro, sino vivir para disfrutar juntos.
No he cultivado mi fama, que será efímera.