Cuando un hombre sabe a donde va el mundo entero, se aparta para darle paso.
De haber escrito mi propio epitafio este hubiese sido: Tuve una riña de enamorados con el mundo.
Después de echar un vistazo a este planeta, un visitante de otro mundo diría: quiero ver al mánager.
Después del crepúsculo, los gusanos de luz piensan: ¡nosotros hemos iluminado el mundo!.
Dos linajes solos hay en el mundo, como decía una agüela mía, que son el tener y el no tener.