Los ciegos pueden al tacto comprobar lo amado, mi corazón es todo tacto para tu presencia.
No te nombro; pero estás en mí como la música en la garganta del ruiseñor aunque no esté cantando.
Para ti lo infinito o nada; lo inmortal o ésta muda tristeza que no comprenderás...
Si yo no hubiera sido, el alma mía repartida pondría en cada cosa una chispa de amor...
Siempre, amor... (¡Y estas dos palabras naúfragas, entre alma y piel clavadas contra el viento!).
Sólo en las regiones de la fantasía es dado crear; crear es la misión del genio.