Es necesario tener tanta discreción para dar consejos como docilidad para recibirlos.
Escuchad el consejo del que mucho sabe; pero sobre todo escuchad el consejo de quien mucho os ama.
Esos pliegues de tu vestido, esas líneas de tus caderas, esos latidos del corazón...
Españolito que vienes al mundo te guarde Dios, una de las dos Españas ha de helarte el corazón.
Existe un solo procedimiento para ser feliz merced al corazón, y es no tenerlo.