El hombre no reza para dar a Dios una orientación, sino para orientarse debidamente a sí mismo.
El hombre sólo puede ser esclavizado cuando es bastante débil para escuchar la razón.
El honor y el premio son los resortes para que no se adormezca el espíritu del hombre.
El idioma del corazón es universal: sólo se necesita sensibilidad para entenderle y hablarle.
El intelectual para quien la definición sustituye a la comprensión, es despreciable.
El jurado está compuesto por doce personas elegidas para decidir quien tiene el mejor abogado.