Viviendo con alguien que amas puedes sentir más soledad que viviendo completamente a solas... Si quien amas no te ama
Ah hototogisu ¡Agranda aún más mi soledad!.
Ama tu soledad y soporta el sufrimiento que te causa.
Amor, cuántos caminos hasta llegar a un beso, ¡qué soledad errante hasta tu compañía!
Aprende a vivir aislado y a meditar en soledad; pero si te mezclas con la muchedumbre procura ser, como todos ellos, uno de tantos.
Atardecer otoñal. La soledad también es bienestar.
Ay, corazón viajero, tu soledad es perdición, has de llorar tu soledad vacía si se te muere la flor de la imaginación.
Ayúdate de la soledad y el silencio.
Ciudad grande, soledad grande.
Cuando eres consciente de la muerte, acabas asumiendo tu propia soledad.
Cuando la soledad se me volvió un rito sin sentido, y el mar y el universo me negaron su sal y sus estrellas, desembarqué en este pequeño recodo donde abril come astros a falta de miel y primaveras que alimenten la rosa de sus días…
De la escarcha No olvides jamás El gusto a soledad.
De los arces de otoño me acerco y la soledad me invade.
El amor era un huésped, la soledad es siempre el compañero.
El Arte necesita soledad o miseria, o pasión. Es una flor de una roca, que requiere el viento áspero y el terreno duro.
El infierno está todo en esta palabra: soledad.
El instinto social de los hombres no se basa en el amor a la sociedad, sino en el miedo a la soledad.
El que escucha música siente que su soledad, de repente, se puebla.
El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad.
El soltero es el tigre que escribe ochos en el piso de la soledad. No retrocede ni avanza.
En la soledad no se encuentra más que lo que a la soledad se lleva.
En la soledad se halla lo que muchas veces se pierde en la conversación.
En mi soledad he visto cosas muy claras que no son verdad.
En mis labios los recuerdos. En tus ojos la esperanza. No estoy tan solo sin ti. Tu soledad me acompaña.
Estamos solos y sin embargo la soledad no existe. Si juntamos las manos encenderemos el fuego imprescindible para vernos los ojos brillantes del deseo.