El hombre noble conserva durante toda su vida la ingenuidad e inocencia propias de la infancia.
El hombre poco claro no puede hacerse ilusiones: o se engaña a sí mismo, o trata de engañar a otros.
El hombre puede renunciar a todos los placeres que quiera, pero no va a renunciar a su sufrimiento.
El hombre puede trepar hasta las cumbres más altas, pero no puede vivir allí mucho tiempo.
El hombre que condiciona su felicidad al cumplimiento de un objetivo se hace esclavo de éste.