El hombre no es hijo de las circunstancias. Las circunstancias son hijas del hombre.
El hombre no está hecho para la derrota. Un hombre puede ser destruido,pero no derrotado.
El hombre no reza para dar a Dios una orientación, sino para orientarse debidamente a sí mismo.
El hombre no se da cuenta de cuánto puede hacer, más que cuando realiza intentos, medita y desea.
El hombre no se siente completo sólo con una familia, es el trabajo lo que nos da nuestra identidad.