La alegría de hacer bien está en sembrar, no en recoger.
La alegría de vivir está hecha de historias grises y aparentemente ordinarias que nos dan pequeñas satisfacciones.
La altivez es útil, todo hombre debe ser altivo.
La ambición está más descontenta de lo que no tiene que satisfecha de lo que tiene.
La amistad del hombre es con frecuencia un apoyo; la de la mujer es siempre un consuelo.
La amistad es el más perfecto de los sentimientos del hombre, pues es el más libre, el más puro y el más profundo.
La armonía total de este mundo está formada por una natural aglomeración de discordancias.
La arquitectura esta reprimida por la costumbre, los estilos son una mentira.
La batalla de la vida no siempre la gana el hombre más fuerte, o el más ligero, porque tarde o temprano, el hombre que gana es aquel que cree poder hacerlo.
La belleza está en el ojo del observador.
La belleza, cuanto menos vestida, mejor vestida está.
La buena suerte, durmiendo al hombre le viene.
La calumnia está en todas partes, el calumniador en ninguna.
La cantidad de rumores inútiles que un hombre puede soportar es inversamente proporcional a su inteligencia.
La capacidad de atención del hombre es limitada y debe ser constantemente espoleada por la provocación.
La casa esta donde el corazón.
La causa de la mayoría de los problemas de relaciones humanas está en la falta de reconocimiento mutuo.
La causa de la mujer es la del hombre; los dos se levantan o sucumben juntos.
La ciencia es la expresión de una necesidad inherente al ser humano y, en todo caso, está ligada a la función superior de su naturaleza inteligente: la capacidad de crear.
La ciencia es la progresiva aproximación del hombre al mundo real.
La ciencia es la verdadera escuela moral; ella enseñan al hombre el amor y el respeto a la verdad, sin el cual toda esperanza es quimérica.
La ciencia es sin disputa el mejor, el más brillante adorno del hombre.
La ciencia es un magnífico mobiliario para el piso superior de un hombre, siempre y cuando su sentido común esté en la planta baja.
La ciencia es una de las formas más elevadas del quehacer espiritual pues está ligada a la actividad creadora del intelecto, forma suprema de nuestra condición humana.
La ciencia mas peligrosa es aquella que está restringuida al dominio de los expertos.