El carácter de cada hombre es el árbitro de su fortuna.
El carácter humano es como una balanza: en un platillo está la mesura, y en el otro la audacia. El mesurado tímido y el audaz indiscreto son balanzas con un brazo, trastos inútiles.
El carácter mercantil está dispuesto a dar, pero sólo a cambio de recibir; para él, dar sin recibir significa una estafa.
El cementerio está lleno de personas imprescindibles.
El chiste está en lo que uno recalca. O nos hacemos infelices o nos hacemos fuertes. La cantidad de trabajo es la misma.
El cielo gobierna los acontecimientos del mundo sin ser visto; esta acción oculta del cielo es lo que se llama el destino.
El cielo, el infierno y el mundo entero, está en nosotros.
El cobarde sólo amenaza cuando está a salvo.
El comienzo de todos los saberes es la admiración ante el hecho de que las cosas sean como son.
El comportamiento ético de un hombre debería basarse suficientemente en la simpatía, educación y los lazos y necesidades sociales; no es necesaria ninguna base religiosa. El hombre verdaderamente estaría en un pobre camino si tuviera que ser reprimido por miedo al castigo y por la esperanza de una recompensa después de la muerte.
El conocimiento duerme y ronca en las bibliotecas, pero la sabiduría esta en todas partes, bien despierta, alerta.
El conocimiento no es algo separado y que se baste a sí mismo, sino que está envuelto en el proceso por el cual la vida se sostiene y se desenvuelve.
El corazón del hombre necesita creer algo, y cree mentiras cuando no encuentra verdades que creer.
El corazón del loco está en la boca; pero la boca del sabio está en el corazón.
El corazón necesita amar. Celestial o terreno, ha de amar algún objeto, y es vano luchar contra esta ley.
El cristianismo ha hecho mucho por el amor convirtiéndolo en pecado.
El critico es un hombre que espera milagros.
El cuerpo canta; la sangre aúlla; la tierra charla; la mar murmura; el cielo calla y el hombre escucha.
El cuerpo del hombre es como una vestidura: cuando se ha gastado por la edad o por la enfermedad, el alma lo abandona.
El cuerpo humano es el carruaje; el yo, el hombre que lo conduce; el pensamiento son las riendas, y los sentimientos, los caballos.
El deber es la necesidad voluntaria, la carta de nobleza del hombre.
El deber... el vínculo más estéril entre un hombre y otro.
El delito de los que nos engañan no está en el engaño, sino en que ya no nos dejan soñar que no nos engañarán nunca.
El día en el que el hombre se dé cuenta de sus profundas equivocaciones, se habrá acabado el progreso de la ciencia.
El diccionario de la guerra lo han hecho los diplomáticos,los militares y los gobernantes. Deberían corregirlo los que regresan de las trincheras, las viudas, los huérfanos, los médicos y los poetas.