Toda aflicción que llega acaba por irse. Así sucede con las glorias y las tragedias del mundo.
Todo deseo tiene un objeto y éste es siempre oscuro. No hay deseos inocentes.
Todo el mal que puede desplegarse en el mundo se esconde en un nido de traidores.
Todo el mundo cuenta como ganó sus primeras cien pesetas; nadie cuenta como ganó su último millón.