El arte no reproduce lo visible. Lo hace visible.
El artista sabe lo que hace, pero para que merezca la pena debe saltar esa barrera y hacer lo que no sabe.
El avaro nunca hace cosa acertada sino cuando muere.
El beneficio que a todos se hace, a ninguno se hace.
El buen lector hace el buen libro.
El cálculo nunca hace al héroe.
El carpintero hábil no se hace torpe para poder ser imitado por cualquiera de sus ayudantes.
El conocimiento de hechos curiosos no sólo hace menos desagradables las cosas desagradables, sino que hace más agradables las cosas agradables.
El conocimiento nos hace responsables.
El crimen hace iguales a todos los contaminados por él.
El deseo hace hermoso lo feo.
El dinero falso lo hacen los hombres; pero en muchas casos, el dinero, falso o no, hace hombres falsos.
El dinero hace al hombre entero.
El dinero no hace la felicidad, pero aplaca los nervios.
El dinero no puede satisfacer el corazón del hombre, sino el buen uso que de él se hace, es esto lo que produce la verdadera satisfacción.
El dolor tiene un gran poder educativo; nos hace mejores, más misericordiosos, nos vuelve hacia nosotros mismos y nos persuade de que esta vida no es un juego, sino un deber.
El ejercicio hace maestro al novicio.
El epitafio es la última tarjeta de visita que se hace el hombre.
El erotismo es cuando la imaginación hace el amor con el cuerpo.
El escultor no hace más que llamar, con el cincel y a golpe de martillo, a los guerreros que duermen en las espesuras del mármol.
El favor consiste no en lo que se hace o se da, sino en el ánimo con que se da o se hace.
El fin de la religión, de la moral, de la política, del arte, no viene siendo desde hace cuarenta siglos más que ocultar la verdad a ojos de los necios.
El genio hace lo que debe y el talento lo que puede.
El hábito no hace al monje.
El hambre hace ladrón a cualquier hombre.