La vida real del hombre es feliz, principalmente porque él siempre espera que pronto lo sea.
Las cosas pierden al ser poseídas todo el valor que tuvieron al ser deseadas, porque el deseo es un artista engañador y mentiroso.
Las decisiones, en particular las importantes, siempre me han dado sueño, tal vez porque sé que tendré que tomarlas por instinto, cuando lo que otras personas me dicen que debo hacer es resolverlas pensando.
Las dictaduras podrían ser buenas, pero no lo son. Porque la dictadura ilustrada es una utopía. Y las militares son las peores.
Las diversiones publicas son beneficiosas porque apartan a la gente del vicio.
Las leyes mantienen su crédito no porque sean justas, sino porque son leyes.
Las mujeres no necesitan estudiar a los hombres, porque los adivinan.
Las mujeres son la causa de todas las acciones de los hombres. Hablo porque hay mujeres escuchándome..
Leer un libro enseña más que hablar con su autor, porque el autor, en el libro, sólo ha puesto sus mejores pensamientos.
Llenáronse de regocijo los pechos porque se llenaron las tazas de generosos vinos que, cuando se trasiegan por la mar, de un cabo a otro, no hay néctar que se les iguale.
Lloramos al nacer porque venimos a este inmenso escenario de dementes.
Lo más fuerte es la necesidad, porque domina todo.
Lo más grande es el espacio, porque lo encierra todo.
Lo más hermoso es el mundo, porque es obra de Dios.
Lo más sabio es el tiempo, porque esclarece todo.
Lo que dicen las palabras no dura. Duran las palabras. Porque las palabras son siempre las mismas y lo que dicen no es nunca lo mismo.
Lo que más nos aproxima a una persona es esa despedida, cuando acabamos separandonos, porque el sentimiento y el juicio no quieren ya marchar juntos; y aporreamos con violencia el muro que la naturaleza ha alzado entre ella y nosotros.
Lo que te critiquen, hazlo. Porque eso eres tú.
Los ángeles pueden volar porque se toman a sí mismos a la ligera.
Los arquitectos tenemos la manía de la utopía y es porque conocemos tan poco nuestra tierra que ni la queremos.
Los bárbaros que todo lo confían a la fuerza y a la violencia, nada construyen, porque sus simientes son de odio.
Los diplomáticos tienen garantizado por mucho tiempo su trabajo, porque no parece probable que los ordenadores a corto plazo aprendan a beber champange y a comer langosta.
Los hechos no dejan de existir sólo porque sean ignorados.
Los hombre vulgares han inventado la vida de sociedad porque les es más fácil soportar a los demás que soportarse a sí mismos.
Los hombres correrán tras la cosa que más temen, es decir, que serán miserables por temor a la miseria.