Siempre, amor... (¡Y estas dos palabras naúfragas, entre alma y piel clavadas contra el viento!).
Sin palabras, vengadores, negamos solitarios la facultad de despertarnos mutuamente voluptuosidad.
Tan imposible es avivar la lumbre con nieve, como apagar el fuego del amor con palabras.
Todos los hombres se parecen por sus palabras; solamente las obras evidencian que no son iguales.
Un periódico consta siempre del mismo número de palabras, haya noticias o no las haya.
Una palabra bien elegida puede economizar no sólo cien palabras sino cien pensamientos.
Uno siente que ciertas palabras son terribles para todos los demás, salvo para nosotros mismos.
Y de nuevo voy cogiendo brazados de palabras entre la hierba fresca y bajo el cielo.