El arte es como un naranjo, que precisa un suelo y un clima adecuado para florecer y dar fruto.
El buen gusto estropea ciertos valores espirituales auténticos: como el propio gusto.
El comienzo de todos los saberes es la admiración ante el hecho de que las cosas sean como son.
El daño que hacemos no nos trae tantas persecuciones y odios como nuestras buenas cualidades.
El derecho y el deber son como las palmeras: no dan frutos si no crecen uno al lado del otro.